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Vacaciones de primavera 2021 ¿Qué hacemos?

Para los papás, el periodo vacacional puede representar todo un reto, especialmente si no tenemos planeado viajar. Sin duda, esta semana santa no será la excepción.

Los niños están cansados de los dispositivos electrónicos, extrañan a sus amigos, la actividad física que salir de la casa implica y, por supuesto, la independencia que otorga asistir a la escuela diariamente. Esto no es ninguna novedad; a un año de encierro, ya tenemos bastante dominado cuáles son las dificultades que pueden presentarse. 

Sin embargo, el cansancio también se acumula: el aburrimiento y esa sensación de que no hay nada qué hacer, aunado a la sensación de que aún nos falta mucho tiempo de encierro, pueden hacernos sentir increíblemente desgastados y no hay manera sencilla de recuperarse. Desde luego, no basta una buena noche de sueño; por supuesto que ayuda, pero al día siguiente sentimos la misma pesadez y no logramos un estado anímico óptimo.

Durante estas semanas de descanso es totalmente necesario desconectarnos: evitar las pantallas y cambiarlas por algo de actividad física o intelectual; armar rompecabezas, jugar juegos de mesa en familia, ejercitar la mente con juegos de memoria o incluso darnos el tiempo de tener sobremesas largas en las que promovamos las conversaciones con nuestros hijos. En la medida en la que ellos nos vean interesados en sus asuntos, se establecerán vínculos más cercanos y mejoraremos las dinámicas de comunicación al interior de la familia, cosa que no es trivial, especialmente si la adolescencia de nuestros pequeños está cerca. 

Aún así, vacaciones no significa descontrol. Nunca nos cansaremos de repetir que un niño que no siente una estructura firme (no rígida e inamovible, sino firme), es un niño que se angustiará y se sentirá desconfiado de que constantemente le cambien las reglas del juego sin razón aparente. 

Reflexionemos un poco: tiempo libre no significa 5 ó 6 horas seguidas de videojuegos, sino en familia delimitar el tiempo de pantalla durante estos periodos vacacionales y cumplirlo. Si no dejamos que tomen decisiones más sencillas, como qué van a desayunar, comer o cenar, mucho menos podemos esperar que se autorregulen con algo tan complejo y que tiene efectos comprobados a nivel del cerebro, como un videojuego, una tablet o el celular. Pueden ser muy maduros, pero siguen siendo niños y en el fondo confían en que nosotros somos los responsables y sabemos orientarlos.

No permitamos que cambian sus horarios, especialmente de sueño y alimentación. Busquemos flexibilizar otros espacios, como la hora del baño o lo que comen de postre, pues de esa manera lograremos que ellos sientan un cambio en la rutina y su sistema se sentirá descansado al desconectarse de las exigencias académicas, pero tengamos en cuenta que ellos son los más vulnerables durante este periodo. Nuestro objetivo, como papás, es que crezcan en un espacio amoroso y cálido, en donde por sobre todas las cosas se sientan seguros.